Ya lo decía el genio de los software para computadoras, Bill Gates, en el 2015, que el mundo no estaba preparada para recibir y contener una pandemia mundial. Este hombre previno lo obvio: la globalización y todo el mundo que se ha construido a través de la interdependencia de las naciones y organizaciones del mundo, tiene consecuencias serias.
Y estas consecuencias sólo suceden cuando hay fallas en la cadena de interrelación que mantiene el mundo. Si hay fallas en algún lugar, se produce un efecto dominó: cada una de las piezas terminará por derrumbarse antes de que si quiera el mundo se dé cuenta de lo sucedido.
Por supuesto nada es perfecto. Aunque las tecnologías y el desarrollo de la inteligencia humana ha ido a un ritmo lo suficientemente acelerado para modernizar y colocar a la vanguardia el mundo y sus elementos, todo gran logro siempre tiene sus retrasos y también sus traspiés, aunque a veces terminen por ser desastrosos, dejando a su paso un nivel elevado de caos.
Wuhan: se desencadenó el efecto dominó
Lo que comenzó en principio por ser una serie casos de neumonía en ciertos pacientes de origen chino, en la localidad de Wuhan, terminó por convertirse en una pandemia mundial: aeropuertos cerrados, recesión económica, muerte y más muertes; es aquel el problema que acarrea un mundo como el muestro: no sabemos cómo depender sin la conexión.
Esto es sensato. La exportación e intercambio económico, el Internet, la tecnología, el entero planeta está condicionado para depender de un hilo de comunicaciones para su debida armonía y existencia.
Cuando la noticia de que un virus chino, de extraña procedencia, e incógnito modus operandis había cobrado las primeras vidas y estaba suelto se desató el primer efecto dominó: el pánico. Las personas viajaron, el caos comenzaba a florear y ello dificultó la contención por parte de las autoridades.
Lo demás es historia. El virus se propagó y las medidas de salubridad no estaban lo suficientemente desarrolladas como para contener toda la magnitud y peso de aquel virus nunca antes visto para nuestra generación. El virus llego a Italia, luego a España y así progresivamente hasta arribar a Latinoamérica. El 16 de marzo comenzaron los ensayos clínicos.
No todo es tan malo: las vacunas ya casi están listas
Las asociaciones alemanas y estadounidenses, para noviembre de este año, aseguraron tener listas vacunas que probaron tener hasta un 95% de efectividad. Es un record espeluznante. La vacuna del Ébola tardó 5 años en ser aprobada por la asociación de drogas y consumos farmacéuticos. El COVID-19 sólo necesito de menos de un año para tener vacunas lo suficientemente avanzadas.
Las dos vacunas más desarrolladas utilizan la misma tecnología, expertos aseguran que esa clase de tecnología no se desplegó en un año. “Es el fruto de más de una década de trabajo” aseguran los científicos. Ambas están diseñadas para que el cuerpo desarrolle proteínas que ataquen al virus sin poner en riesgo las defensas de los pacientes.
Las empresas que originaron el virus poseían sus propias plataformas y fuentes de trabajo, tenían que sólo comenzar las pruebas y añadir información a la posible vacuna.