Un caso que hasta la fecha nunca se ha llegado a resolver, a pesar de entrevistar a más de 100 sospechosos, nunca se encontró un culpable del crimen cometido en la granja de Hinterkaifeck.
La historia de la granja Hinterkaifeck
A finales de marzo de 1922, el granjero Andreas Gruber notó algo extraño en su granja, Hinterkaifeck. A las afueras de su casa, encontró varias pisadas que salían del bosque que había detrás de la granja, pero ninguno se alejaba de ella.
No le dio importancia, y Gruber jamás llegó a denunciar esos pasos a la policía. Ya que la granja estaba ubicada al norte de Munich y era un lugar tranquilo donde apenas sucedían cosas. Más tarde se arrepentiría de no haber denunciado las pisadas.
En la granja vivían el matrimonio, con su hija y sus dos nietos. Un día la criada decidió renunciar a su trabajo, según ella no soportaba los extraños ruidos del techo de la cabaña y fuera de ella.
Los ruidos no cesaban y aunque se trató de buscar a alguien merodeando por la zona, no se encontró a nadie. Un día apareció un extraño periódico, y la llave de casa desapareció, en la nieve se podían ver notables pisadas desde el bosque.
El día 31 de marzo llegaría Maria Baumgartner, una nueva criada a la granja. Casi una semana más tarde, el 4 de abril, los vecinos, junto con varios habitantes del pueblo, pasaron por la granja de los Hinterkaifeck para comprobar su estado. La joven Cazilia llevaba dos días seguidos sin acudir a la escuela y el cartero se había dado cuenta de que el correo empezaba a acumularse en el buzón.
Al entrar se llevaron una gran sorpresa y es que todos los miembros de la familia habían sido asesinados incluyendo a la nueva criada. Todos fueron asesinados brutalmente con un pico. Cazilia había sobrevivido durante horas y probablemente había muerto de shock.
En busca de un culpable
Los vecinos recuerdan que se quejaban de los ruidos que había en el desván y que desparecieron las llaves del cobertizo donde se encontraba la arma homicida. La investigación también descubrió que la anterior criada había renunciado hace meses porque creía que la casa estaba embrujada o habitada por la muerte.
La policía intuyó que el asesino había estado viviendo en la casa durante al menos 6 meses antes de matarlos. Los cuerpos fueron enterrados, pero sus cabezas se llevaron a Múnich para hacer una investigación, pero se perdieron durante la segunda guerra mundial. La granja fue finalmente destruida después de que se pudieran extraer todas las pruebas de ella. Sin embargo, a pesar de entrevistar a más de 100 personas nunca se encontró un sospechoso oficial.