Antes de la creación del ibuprofeno, las personas tomaban sangre humana y polvos de huesos humanos porque creían que eso ayudaría a aliviar sus dolores.
¿Por qué se consumían cadáveres en el pasado?
Hace mucho tiempo en el siglo XVII, muchos de los europeos eran caníbales, esto es porque buscaban una forma de curar las dolencias en su cuerpo. Se buscaron diferentes remedios como masticar hierba o tomarse extraños jengibres, pero hubo un ‘remedio’ que destacaba por encima de todos y era la carne humana.
Conseguir carne humana no era tan sencillo, es por eso que este ‘remedio’ era tomado principalmente por personas de clases altas como los clérigos. Se trataba de partes de momias en polvo, principalmente, pero también se llegó a consumir carne de cadáveres más frescos.
La razón por la que los restos humanos se consideraban tan medicinales era que se creía que contenían el espíritu del cuerpo del que se extraían. Al comerte una parte de una persona es como comerse su esencia y era preferible tomar sangre de hombres jóvenes.
No obstante en el siglo XVIII esta práctica ya no era tan común. Por un lado la gente empezó a interesarse por el higiene personal, y ya se estaban desarrollando algunos medicamente más eficaces. Hasta 1908 todavía se hizo esta costumbre de beber sangre y se vendían partes de momias en Alemania.
¿Cómo comenzó esta ‘tendencia’?
Esta teoría comienza con las momias egipcias, quienes algunos médicos trituraban para luego ingerir, decían que ayudaba a detener hemorragias internas. Llegaron a la conclusión de que moler un cráneo para luego consumir te ayudaba a calmar los dolores de cabeza.
Para hacer la comida más sabrosa, mezclaban estos huesos molidos con chocolate para tomarlo en forma de bebida, incluso el Rey Charles II creó su propia mezcla que denomino ‘Las gotas del Rey’, que estaba hecha con polvo de cráneo humano y alcohol.
Y no sólo eso, también el musgo que crecía en los cadáveres eran utilizados para ‘curar’ hemorragias nasales. Llegaron a obsesionarse con esta forma de ‘curar’ que comenzaron a utilizar cadáveres de personas fallecidas recientemente.
¿Cómo consumían los cadáveres?
La grasa humana se utilizaba para tratar dolencias externas, como las heridas abiertas. Los médicos empapaban las vendas en grasa derretida y las envolvían alrededor de las heridas, con la esperanza de evitar la infección. También frotaban trozos de grasa sobre la piel como remedio para la gota.
La sangre también era útil, pero sólo si estaba fresca y aún contenía la «vitalidad de la vida». Decían que beber sangre ayudaría a curar la mayoría de las dolencias, e incluso sugería consumirla de una persona viva.
Se animaba a la gente a visitar las ejecuciones para luego pagar por una taza de sangre caliente. De hecho en 1679 se escribió una receta para convertir la sangre en mermelada.