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En la Edad Media, los animales traviesos recibieron abogados para defenderlos en los tribunales

Las infestaciones de ratas pueden ser un problema molesto y demasiado común. Sin embargo, la ventaja de la frecuencia con la que los humanos tienen que lidiar con las ratas es que, a estas alturas, todos han aprendido la única forma segura de deshacerse de ellas: enviarles una carta de advertencia cortés pero severa.

Aparentemente, funcionó bastante bien en la época medieval. Cuando los animales dañaran a los humanos, estarían sujetos a mutilación o ejecución, pero no antes de que se les otorgue el debido proceso, incluido un juicio en toda regla.

El juicio más popular a unos cerdos

En la Edad Media, los animales que cometían delitos estaban sujetos a los mismos procedimientos legales que los humanos. Edward P. Evans, un historiador sobre el tema y autor de un documento llamado The Criminal Punishment and Capital Prosecution of Animals en 1906, escribió que a las ratas a menudo se les “enviaba una carta de consejo amistosa para inducirlas a abandonar cualquier casa, en que su presencia se considere indeseable”.

famosos juicios a animales

En 1457, siete cerdos en Savigny, Francia, fueron juzgados por el asesinato de un niño de cinco años. El proceso se completó con un abogado defensor de los cerdos y un juez, quien finalmente dictaminó que debido a que las personas presenciaron que uno de los siete cerdos atacaba al niño, solo uno sería condenado a muerte en la horca y el resto quedaría libre.

¿Por qué se hacían estos juicios?

Los eruditos e historiadores que estudian la Edad Media han citado numerosas explicaciones posibles de por qué se llevaron a cabo tales procedimientos. La mayor mentalidad de las sociedades medievales se caracterizó por fuertes supersticiones y una rígida jerarquía de la humanidad arraigada en la fe en un Dios divino.

Algunos académicos plantearon la hipótesis de que, debido a la importancia de este sistema de creencias, cualquier evento que representara una desviación en la jerarquía de la naturaleza, donde Dios había colocado a los humanos en la cima, debía abordarse formalmente para restablecer el orden adecuado. Otra posible explicación para los juicios fue que debido a que eran tan públicos y llamativos, podían servir como advertencias dirigidas a los propietarios cuyos animales estaban causando travesuras en las comunidades.

juicios contra animales

El escritor de pizarra James E. McWilliams argumenta que, en la Edad Media, a diferencia de ahora, las personas trataban a los animales más como seres sintientes que como objetos. La continua interacción humana con los animales que poseían, que ascendía a hasta 16 horas por día en el siglo XIX, dejó a los propietarios con más simpatía por ellos.

A finales del siglo XIX se produjo un cambio en esta perspectiva cuando la agricultura cedió a la industrialización y, como tales, los animales se consideran ante todo como seres generadores de capital. Afirma que, en consecuencia, llevar animales a juicio por delitos no es tan descabellado como podría parecer.

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