Los asesinos en serie es algo que capta la atención de muchas personas, pero no es algo que haya aparecido en los 80 como son la mayoría de asesinos en serie más conocidos. Existen otros criminales famosos de otras épocas como el popular Jack el destripador. Pero no hace falta irse tan lejos, en la península Ibérica también tenemos importantes asesinos en serie.
El primer asesino en serie de Portugal
El caso de Diogo Alves, es hombre un nacido 1810 en Galicia, en un pueblo llamado Samos donde vivía en una familia campesina. A los diecinueve años, sus padres lo mandaron a trabajar a Lisboa. Tras cambiar de trabajo y habiendo dejado de escribirle a sus padres, comenzó a beber y a apostar su dinero.
Perdía mucho dinero y no era capaz de recuperarlo, es entonces cuando decidió cometer robos. Acechaba a personas que pasaban por el famoso acueducto de las Aguas Libres, en la capital lisboeta. Les robaba y luego los lanzaba por el puente, desde unos 60 metros de altura, simulando que se trataba de suicidios.
Estuvo operando así desde 1836 hasta 1840, unos 4 años de total impunidad, aunque no tardaban en aparecer la sospechas hacia Diogo Alves y su banda. El jurado sentenció a Alves y su banda por otros crímenes, en particular por el asesinato de la familia de un doctor. La hija de 11 años, Maria de Conceiçao, testificó en el juzgado en contra de la banda.
La detención de Diogo Alves
Finalmente, fue apresado y juzgado, y aunque no se pudieron probar los crímenes, Diogo Alves fue condenado a muerte. Fue la penúltima persona en ser ahorcada en Portugal y murió el 19 de febrero de 1841.
Las autoridades portuguesas, intrigadas por la carrera criminal del lucense, decidieron cortarle la cabeza y donarla a la ciencia. Fue donado al Colegio Médico-Quirúrgico de Lisboa.
Actualmente, 180 años después, su cabeza sigue conservada en un recipiente de cristal, sumergida en formaldehído, en el teatro anatómico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Lisboa, donde es una de las principales atracciones.