Tiene los ojos cerrados, el pelo peinado y el bigote bien recortado. Viste un modesto traje negro y sus brazos descansan plácidamente a los lados.
¿Cómo es el mausoleo donde se encuentra Lenin?
En un mausoleo de la Plaza Roja de Moscú, el cuerpo de Vladimir Ilich Lenin descansa sobre un lecho de seda roja, en un adornado sarcófago de cristal. Incluso 97 años después de su muerte, el cadáver del primer líder soviético sigue siendo tan realista que a menudo se dice que asusta a los niños pequeños.
Aunque a primera vista muchos creen que la figura es de cera, en realidad se trata del cuerpo real e impecablemente conservado del revolucionario bolchevique.
¿Cómo se ha conservado tan bien durante tanto tiempo?
Todos los órganos internos han sido extraídos, dejando sólo el esqueleto y los músculos, y el cuerpo es embalsamado con regularidad y cuidado con esmero por un equipo de especialistas, como lo ha sido desde el día de la muerte de Lenin.
Ese día era el 21 de enero de 1924, fecha en la que el plan original había sido enterrar el cadáver. Al principio sólo se le embalsamó temporalmente para evitar que se descompusiera y poder celebrar un funeral. Después, tras un funeral de cuatro días en el que decenas de miles de dolientes desafiaron temperaturas gélidas para honrar su memoria, iba a ser enterrado.
Sin embargo, cuatro días no parecieron suficientes para los dolientes. Dignatarios y ciudadanos extranjeros querían presentar sus respetos al líder fallecido, por lo que se construyó un mausoleo temporal de madera y se colocó dentro el cadáver de Lenin. Gracias a las bajas temperaturas, que oscilaban entre los -9 ºC y -7 ºC, el cadáver de Lenin se conservó casi a la perfección.
Inspirados por las gélidas temperaturas que habían preservado el cadáver de Lenin hasta entonces, el plan original era congelar el cuerpo. El ministro de Comercio Internacional de la época, Leonid Krasin, obtuvo permiso para encontrar un equipo especial de congelación en Alemania. Sin embargo, antes de que pudiera empezar, dos químicos sugirieron el embalsamamiento.
Vladimir Vorobyov y Boris Zbarsky argumentaron que la congelación del cuerpo no sería una solución permanente, ya que la descomposición, aunque extremadamente lenta, seguiría produciéndose. En su opinión, se podía inyectar en el cuerpo un cóctel químico especial para impedir que cambiara de color o de forma, o que se secara y se descompusiera.
La práctica ya se había probado con algunos cadáveres y hasta el momento había tenido éxito. Así que, con el tiempo escaseando debido al aumento de las temperaturas, el gobierno acordó el embalsamamiento.
Sin embargo, para entonces, el cadáver de Lenin ya había sufrido algunos daños irreversibles. Se habían formado manchas oscuras en la piel y las cuencas de los ojos habían empezado a hundirse, como ocurre en las primeras fases de la descomposición.
Por ello, antes de poder embalsamar el cadáver, los científicos pasaron meses blanqueando la piel e investigando qué mezclas químicas serían las mejores para su conservación. Finalmente, tras casi ocho meses, llegaron a una conclusión que, a día de hoy, sigue rodeada de misterio. Sin embargo, el cuerpo se conservó y el mausoleo de la Plaza Roja volvió a abrirse al público.
Comprueban que la iluminación y la temperatura, cuidadosamente calculada, siguen siendo perfectas para su conservación. Cada 18 meses, el cuerpo es trasladado a unas instalaciones especiales situadas bajo el Mausoleo de Lenin, donde es embalsamado de nuevo. Allí, el cuerpo se lava con líquido embalsamador y se le inyecta la mezcla necesaria de productos químicos.
A pesar de estar casi perfectamente conservado, no quedan órganos internos en el cadáver de Lenin. Su esqueleto, músculos, piel y algunos tejidos conectivos permanecen, pero los órganos fueron extraídos poco después de su muerte. Su cerebro fue trasladado al Centro de Neurología de la Academia Rusa de las Ciencias, donde ha sido estudiado en numerosas ocasiones para conocer las «extraordinarias capacidades» del líder.
Los científicos del Laboratorio Lenin también se aseguran de que el cuerpo tenga un aspecto natural, asegurándose de que las articulaciones funcionen y estén colocadas de forma natural. También controlan el estado de la piel y sustituyen periódicamente los tejidos que se desintegran por material artificial.
Más allá de estas medidas regulares, cualquier procedimiento experimental que se pretenda utilizar con el cadáver de Lenin se practica primero con «objetos experimentales», que son cuerpos no identificados que se guardan en el laboratorio, para no dañar accidentalmente el cadáver de Lenin.
Otras conservaciones de cuerpos
El éxito de la conservación del cuerpo ha hecho que otras naciones soliciten que se realicen prácticas similares con sus propios líderes. Clientes VIP como el presidente vietnamita Ho Chi Minh, el líder búlgaro Georgi Dimitrov y los norcoreanos Kim Il-sung y Kim Jong-il también han sido embalsamados y conservados por los científicos del Laboratorio Lenin, así como el antiguo dictador soviético Joseph Stalin, cuyo cuerpo embalsamado yació junto al de Lenin de 1953 a 1961.
A pesar de que otras naciones han participado en la conservación, los científicos del Laboratorio Lenin aún no han compartido sus secretos. Los dignatarios extranjeros que han sido embalsamados lo han sido por los científicos del Laboratorio Lenin después de que se negaran a compartir su trabajo. Incluso realizan visitas programadas a los demás cuerpos embalsamados para realizar tareas de mantenimiento.
Aunque ahora su trabajo está rodeado de secretismo, no siempre ha sido así. A principios de la década de 1990, un canal de televisión ruso consiguió acceder al Laboratorio Lenin y rodó un documental detallado sobre su funcionamiento. El documental se realizó con la intención de dar a conocer el laboratorio y salvarlo.
En 1991, tras el colapso de la Unión Soviética, los nuevos líderes democráticos no querían saber nada de las prácticas de embalsamamiento y pidieron que se enterrara definitivamente el cadáver y se destruyera el Mausoleo de Lenin.
Finalmente, tras las protestas en la Plaza Roja, la guarnición del Kremlin garantizó la seguridad del Mausoleo de Lenin y de sus restos. Sin embargo, dijeron que recortarían la financiación gubernamental.
Dado que el coste anual estimado de la conservación del cuerpo es de unos 200.000 dólares, el Laboratorio Lenin solicitó donaciones al público. Ahora, dicen, tienen suficiente para cubrir los costes, aunque el Servicio de la Guardia Federal no especifica a cuánto asciende esa cantidad.
Ser uno de los científicos del Laboratorio Lenin puede parecer un trabajo apasionante, pero los actuales dicen que el interés está disminuyendo. Los científicos que allí trabajan están a punto de jubilarse, y cada vez hay menos jóvenes dispuestos a ocupar su lugar.
Sin embargo, a pesar de la falta de interés por tomar el relevo, los científicos del Lenin siguen oponiéndose firmemente a enterrar a Lenin. Lo equiparan al fracaso, y lo ven como un experimento de 97 años que llega a un final anticlimático.
