Carl Tanzler se enamoró de María Elena Milagro de Hoyos, una joven paciente de tuberculosis en el hospital de Key West donde era técnico en radiología, pero su cariño se convirtió en una obsesión después de que ella murió en 1931.
La historia de amor de Carl Tanzler
Carl Tanzler, nacido en 1877, tenía un pasado peculiar, incluyendo su estudio de patrones climáticos en Austria en 1910 y su posterior abandono de su familia después de asumir un puesto como técnico radiológico en Key West bajo el nombre de Conde Carl von Cosel.
La entrada en escena de María Elena Milagro de Hoyos, una mujer cubanoamericana, en el hospital, fue como un sueño hecho realidad para el doctor. Hoyos, nacida en Key West en 1909 y proveniente de una familia numerosa con un padre fabricante de cigarros y una madre ama de casa, llegó al hospital acompañada por su madre después de enfermarse.
Cuando era niño en Alemania, Tanzler solía tener visiones de una hermosa mujer de cabello oscuro que creía que sería su único y verdadero amor. La joven de 22 años se asemejaba tanto a sus visiones infantiles que estaba convencido de que su destino estaba sellado.
Sin embargo, la situación se tornó desafortunada para ambos cuando se le diagnosticó tuberculosis a la joven María Elena, una enfermedad considerada mortal a principios del siglo XX. A pesar de no tener las cualificaciones necesarias para tratar esta enfermedad, Tanzler estaba decidido a salvarla y empleó una serie de tratamientos especiales, tónicos y elixires en un esfuerzo desesperado.
Tanzler llevó a cabo estos tratamientos en la casa de la familia de Hoyos, demostrándole su amor con regalos constantes. A pesar de sus esfuerzos, María Elena falleció en octubre de 1931, dejando a su familia y a su obsesionado cuidador destrozados. Tanzler insistió en comprar un costoso mausoleo de piedra en el cementerio de Key West para su descanso final y, con el consentimiento de sus padres, contrató a un funerario para preparar su cuerpo antes de colocarla allí.
A pesar de haber sido rechazado por María Elena de Hoyos antes de su muerte, Tanzler se comportó tras el fallecimiento como si él fuese de verdad el marido de la fallecida
La ida de olla de Tanzler
La familia de Hoyos no se dio cuenta de que Tanzler era el único que tenía la llave de la tumba. Tanzler pronto aprovechó este privilegio, lo que resultó en uno de los relatos más perturbadores jamás contados.
Tanzler solía visitar la tumba de Hoyos todas las noches durante casi dos años, pero abruptamente dejó de hacerlo después de perder su trabajo por razones desconocidas. Aunque su familia notó este cambio inusual de comportamiento, nunca sospecharon el motivo detrás de ello.
En abril de 1933, Carl Tanzler sacó el cuerpo de Hoyos del mausoleo, eliminando la necesidad de sus visitas nocturnas al cementerio, ya que ahora la tenía en su propia casa.
¿Cómo cuidaba Tanzler a María Elena de Hoyos?
En abril de 1933, Tanzler exhumó el cadáver de la chica cubana y se lo llevó a su casa con un carrito de juguete.
Una vez que el cadáver estuvo en su hogar, se dedicó a preservarlo de maneras que desafían la imaginación. Dado que el cuerpo se encontraba en un avanzado estado de descomposición, recurrió a métodos extraordinarios. Utilizó perchas y cables para sostener los huesos, colocó ojos de cristal en las cuencas oculares y reemplazó la carne putrefacta con telas de seda tratadas con cera y yeso blanco.
Tanzler introdujo trapos en las cavidades abdominales y torácicas para mantener la apariencia de una forma humana y le colocó una peluca idéntica a la que María Elena solía usar. Además, para enmascarar el olor a descomposición, utilizó grandes cantidades de perfume.
Paso días y noches enteras con el cuerpo, incluso bailaba con él. Además, Tanzler mantenía relaciones sexuales con el cadáver.
La sospechas sobre Tanzler
Mientras casi todo el pueblo hablaba del hombre solitario al que a menudo se ve comprando ropa y perfumes de mujer (además del relato de un niño local que vio al doctor bailando con lo que parecía ser una muñeca gigante), la familia de Hoyos comenzó a sospechar que algo andaba mal.
Tras un tiempo, los rumores llegaron a la familia de Maria Elena. Su hermana Florinda fue hasta casa de Tanzler, y para su enorme sorpresa, descubrió el cuerpo de su hermana. Sin pensarlo, llamó a la policía y Tanzler fue detenido.
Una autopsia del cuerpo reveló las complejidades del trabajo de Tanzler, que incluía un tubo de papel insertado entre sus piernas, formando una vagina improvisada, aunque Tanzler nunca admitió haber cometido ningún acto necrófilo.
Una evaluación psiquiátrica determinó que Tanzler era competente para ser juzgado, aunque algunos informes afirman que sus planes finales implicaban volar a la mujer «a lo alto de la estratosfera para que la radiación del espacio exterior pudiera penetrar sus tejidos y devolverle la vida a su forma somnolienta».
El cuerpo fue exhibido en una funeraria local, donde casi 7.000 personas vinieron a ver el cadáver con sus propios ojos. Su cuerpo finalmente fue enterrado de una vez por todas en una tumba anónima en el cementerio de Key West.
Carl Tanzler en realidad recibió bastante compasión durante su juicio, y algunos incluso lo vieron como un romántico empedernido, aunque excéntrico. Cuando Tanzler salió de la cárcel, escribió una autobiografía que fue publicada en Fantastic Adventures.
Vivió solo el resto de sus días y murió en su casa en 1952, donde fue descubierto tres semanas después de su fallecimiento.